
El poder es un coloso sucio que todos quieren detentar pero pocos quieren admitir. A su vez, es la capacidad de coacción y tal vez de sujeción más antigua como los otros dos elementos históricos de la humanidad: el intercambio y la palabra.
Es por eso curioso que el pequeño tratado sobre el poder se llame “Diálogo sobre el poder y el acceso al poderoso”. Sin embargo, al ver un texto que ha sido escrito y comentado antes de la aparición de Foucault podemos observar que señala al poder como algo que se posee o se carece:
“Entrevistador: Le reitero entonces mi pregunta: ¿Tiene usted poder o carece de él?
CS: No poseo poder alguno. Me cuento entre quienes carecen de poder”
Pero esto no quita razonamientos interesantes: Si detenta poder estará a favor del poder, sino en contra. Schmitt se pone en un lugar gris dónde declara que su tarea es la “Del tratamiento y la descripción desinteresada”
Más allá de toda la innovación o puesta en palabras de este tópico discutido desde momentos bíblicos. Aún en el siglo XXI podemos invocar este pequeño libro/panfleto para hablar del siguiente hecho: el poder proviene de la humanidad y es la protección lo que genera obediencia. Es ahí uno de los pilares que todavía se pueden invocar. Es ahí mismo, además dónde aparece el esplendor, según Schmitt, del poderoso.
Entonces el poder ¿Es bueno o malo? En el libro está resuelto más que claro. Para saberlo, van a tener que leerlo.