La actividad inútil

Siempre tan enfocado y divertido en los deportes o actividades mentales (Lectura, escritura, ajedrez y lógica, programación, estadística y etcéteras) o cualquier cosa que ponga en tensión mi músculo cerebral. La danza se convirtió en eso que denominé ‘Mi actividad inútil’; inútil, porque en lo que a mí concierne carece de dos cosas. La primera no estaba dentro de lo que conocemos como vocación (Esas quimeras propias que nosotros elegimos para nuestros cotidianos sueños) y no contribuía con el desarrollo de ‘cualidades’ aplicables a mí ejercicio profesional.

Sin embargó, no llegué a valorar en su momento todas las cualidades y situaciones que un arte, y en especial este arte del movimiento nos puede enseñar. Creo que después de todo fue un elemento pedagógico y didáctico para mi vida.

Les comparto lo que creo ayuda:

  • La gente que hace de la danza su vida, incurre los largos años de preparación para sólo 10/15 años de vida profesional. Y para ellos vale mucho la pena.
  • El límite está para ser alcanzado. Todos tenemos un límite, pero sólo; y sólo si, nos esforzamos podemos saber cuál es.
  • Si nos proponemos la perfección, y trabajamos duro para lograrlo, lograremos, tal vez, en algún momento, generar algo que nos enorgullezca. Todo el resto de las veces fracasaremos.
  • A veces se falla, a veces uno se cae, a veces se gira mal. Pero si la intención de hacerlo bien no se encuentra, nunca se mejorará.
  • Amar algo es no tener excusas para hacerlo. Muchas personas que bailan, han ensayado resfriados, con fiebre, un poco doloridos y lesionados. Amar algo, tener vocación es una quimera elegida por uno mismo.
  • Hay actividades que son en gran parte mudas. Se tienen que hacer porque al hacerse se dicen solas. Explicar el error está bien, pero sólo si el fin es enmendarlo. La danza aprovecha de los silencios para potenciar nuestros sucesos.
  • Se mejora día a día y minuto a minuto. Pero todo lleva su tiempo y es un proceso. Roma no se construyó en un día, pero hora tras hora se estaban colocando ladrillos.
  • Es necesario tener altos niveles de tolerancia a la frustración y la constancia para realizar lo mismo una y otra vez hasta que salga. (Mi peor parte, odio repetir lo que ya sé)
  • Vas a encontrar personas que aprendan más rápido que vos, como en cualquier lugar de la vida. Pero ahí es palpable y real. Está bien que así sea. Educa en la humildad.
  • Dar siempre lo mejor. La vida de oficina es engañosa. Una computadora por lo general y la ilusión de ‘estar haciendo’ cosas. Bailando es posible, pero más difícil. Bailar es un atentando contra nuestro propio conservadurismo cuando tenemos en nostros la posibilidad de elegir entre decisiones arriesgadas y enriquecedoras contra conservadoras pero estancadas.
  • Caerse, hacer el ridículo, pasar vergüenza, recibir un comentario frente a toda la clase es inevitable. Es una buena pedagogía para poder entender y luchar con nuestras propias inhibiciones. No es lo mismo estar en la parte frontal que en el fondo, no es lo mismo estar en grupo que en las diagonales.
  • Exposición: ‘¿Voy a pasar vergüenza o voy a dar lo mejor?’ Sucede en la vida. En ese momento la respuesta y el enfoque debe ser sólo y sólo uno: ‘Lo mejor’. Hacer mal un movimiento, ser mediocre por decisión, es una idea un tanto triste en aspiración, aunque posiblemente adecuada en realización. Es bastante seguidor del dicho de Virgilio: “La fortuna ayuda a los audaces”
  • En este mundo moderno de múltiples pantallas. Tal vez sea la danza el arte que nos conecta con nosotros.

Hablar haciendo, llevar el cuerpo a los límites, entender la exposición como una posibilidad para mejorar. Quizá debamos incorporar algunas de esas ideas a nuestras vidas.

Si una persona es inhibida le recomiendan teatro, si quiere mejorar su destreza el gimnasio, para management cursos de coaching. Quizá sea la hora de incorporar a nuestro repertorio de consejos el: ¿Por qué no tomás clases de danza?

Si la vida es un gran teatro, el cuerpo es el lugar donde suceden todos sus movimientos. Tal vez cerca de esas personas que dedican su vida al ejercicio de transmitir emociones y valores a través del movimiento encontremos pistas para nosotros mismos. ¡Lo creo enfáticamente!

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