La culpa de la felicidad

De la felicidad a la angustia de ser feliz. La constante y lúgubre convicción de que el sol no debería ser cálido como el sol. El verde primaveral no es tan verde, el perfume de esa chica no es tan lindo y no le queda tan bien. Amar no debe estar dentro de nuestra realidad. Mi madre está muriendo y yo siendo feliz con estas cosas. El mundo que me contiene, que también me alberga debe ser lúgubre.

 Pero no me sucedía así. Cuándo mamá volvía por algunos días a Junín yo decidía retomar algunas de mis actividades y lentamente la rueda se movía, todo el círculo empezaba a emanar vida. Esos trescientos kilómetros que nos separaban me encontraban primero sólo. Un vacío, una pequeña muerte. ¿Así se sentirá la gran ausencia el día que se muera? Cada vacío en el cuál no está es un vacío permanente. Irrecuperable. ¿Qué es esto que me desgarra por dentro?

Lentamente me veo organizando cosas. Rehaciendo ejercicios – Para la tercera recursada de análisis matemático – Sin embargo, con el correr de los días se empiezan a apelotonar mis actividades, mis deberes, mis rutinas. Las que me gustan y también la que descansan mi cerebro. Pero hay un dolor que está ahí. Es lo mismo que ir corriendo hacia al mar, pero debajo la arena se encuentra algo caliente. Quema, es tolerable, se puede caminar. Pero quema.

Los ejercicios ininteligibles empiezan a salir limpios y primeros, el código de mis cosas nerds empiezan a funcionar. Las lecturas me llenan más. Redescubro mi pasión por los temas que se encuentran en la rotonda de mi cabeza para salir a pedir pista (Matemática, Data Science, ¿Sirve la probabilidad?, Literatura, Política).

Es todo apasionante, me veo a mi mismo diciendo “Tengo que aprender, esto, esto y aquello” el tiempo empieza a ser una moneda y no sólo una carga pesada, deja de ser el cielo de Atlas para ser las piernas de Hermes.

Pero en el medio del huracán de actividades y del hervidero una idea simple, y perniciosa, llega y me ataca ,me persigue. “¿Estoy siendo feliz acá y mi madre sufriendo allá?¡Mi madre está muriendo y yo con estas liviandades!”. La rueda vuelve a empezar. Un poco más desgastado, un poco más abatido. Un poco más culpable.

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