No era la mejor madre del mundo. Era la madre de mi mundo

Todos tenemos madres, algunos las tienen extraordinarias, otras son ordinarias. En la constante lucha por tener a la “Mejor mamá del mundo” se mezcla una pizca de sin razón desconocimiento y vanidad. ¿Qué más da que sea la mejor madre del mundo? ¡Es mi madre! ¡Es tu madre! ¡Una de las mejores cosas que me pasó en la vida! y en la tuya también,

Ya perderla. incluso su idea, me causa angustia desde el día uno en que apareció esta enfermedad. De sólo saber que su destino es cercano me encuentra viendo qué hacer para que su felicidad sea suma: nada importa más que eso.

Yo creo que mi madre es una mujer normal que camina por la calle. Es una madre de las que aún perdurán, y por siempre perdurarán. Muchas otras madres son también, mi madre. Es madre, es mujer, es luchadora. Es de la clase de personas que se abren camino a fuerza de su brazo firme y amplio para alzar la voz, pero que en su calidez y abrazos el tiempo es eterno y me reconforta. Es una madre del cambio del siglo XX al XXI. Es una madre que nación en los sesenta y recién a sus treinta años aproximadamente, adquirió, el derecho legal del divorcio.

Es mujer docente. Lucha por enseñar y educar a sus alumnos. Supongo que ahí mismo habrá sido donde tuvo sus luchas con los rebeldes y donde aparecen las gotas de orgullo maternal cuándo habla de alguno de ellos: sus queridos; una suerte de hermanos que desconozco.

Mi madre es de esas mujeres que por momentos se sintieron solas y dijeron ‘No hay tiempo para titubeos hay que ir para adelante’ y lo hicieron. Mi madre es una mujer profesional que no se resignó. Toneladas de mujeres hay así, y por suerte, cada día son más.

Mi madre era de las madres que no le importaba que hayamos logrados grandes premios. Ella era de la clase de personas que recuerdan otras cosas. Lo imperecedero transita otros caminos para las personas como mamá. Tanto para sus queridos alumnos, sus hermanos, sobrinos e incluso yo mismo.

Las madre como mi madre recuerda los momentos en donde tratamos de sobreponernos a los problemas antes que los logros épicos. A los profundos esfuerzos antes que a las grandes notas. A las humildades generosas antes que a las felicitaciones altisonantes.

Hay gente así, hay gente como ella. Ella es de la clase de persona que recuerda los desvelos y nuestros esfuerzos, las metas buscadas. Especialmente si nos superaban en la aspiración. Mi madre recordará el vínculo, porque es de las personas que se olvida por qué quiso a alguien y sólo recuerda que lo quiere con alma y vida.

Mi mamá es de esas mujeres sensibles como las flores que al ser tocadas por el fuerte sol se queman pero que no lo demuestran. Es de la clase de personas que cuándo nota el tartamudeo de la voluntad de ‘sus queridos’ los empuja diciendo ‘¡Podés!’

Mi madre es de las madres que ceban mates por horas sin cansancio y con alegría en el afán de ver si alguna conversación le produce a la persona que quiere placer o satisfacción. Mi madre es de las personas que cultivan momentos valiosos.

Mi madre es una mujer que teje telarañas de cariño y amor para sostener el impulso de cualquier potencial caída.

Mi madre no es única para el mundo. Es única para mí, porque me dio la vida. Hay muchas mujeres valientes con estos valores. Mientras tengan ese titánico y monumental coraje ella vivirá.

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