Instante centelleante de espíritu sereno
Todos presentes. Lo sabíamos:
Llegaba tu momento.
Me lo hiciste saber, no pusiste cara de lamento.
Era la valía de la última frase profana.
Empuje vital ya en la agonía.
Incluso ahí, querías defender la alegría.
El abrazó todavía lo rehago: Mi infinita porfía.
A veces serena, otras tantas rayó en la colmena.
Los panales se desmoronaron
La vida te había abandonado.
Un suspiro, un poco de aliento:
“Todavía quiero hacer esfuerzos”.
Si el fin es la muerte
¿Para qué sostienes un combate
destinado al fin de tu suerte?
“Yo soy madre. Mi destino es grande”
“El tuyo es ser hijo. ¿Descifrarás el acertijo?”
El alma de tu madre, todavía te dará cobijo.