Al valle podré irme

Valle de la muerte profana

Vuelve.

La agonía toma lúgubre vida.

Toda alegría es vernácula.

 

La tristeza es sucedánea.

Ni por afán religioso, soberbia.

Ni la academia, ni el amor propio.

Tampoco emborrachado de ideas.

Nos quitan el estar acurrucados esperando la hoguera.

Qué todo placer refinado del mundo me evada.

Qué mi mente se seque, arda o hiele.

Que la vitalidad se marchite y olvide

Que la vida se me niegue…en paz también podré irme.

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