Heródoto, Los nueve libros de la historia.
“¿Quién hay tan necio que prefiera sin motivo la guerra a las dulzura de la paz? En esta los hijos dan sepultura a los padres, y en aquella son los padres quienes la dan a sus hijos?” (Heródoto, 1989, 83)
“De este modo defienden su profanación; aunque en verdad ni me place el abuso, ni me satisface el pretexto” (Heródoto, 200; 145)
“Es bien notorio lo siguiente: que si se diera la oportunidad a cualquier hombre del mundo para que de todas las leyes y usanzas escogiera las que más le complaciera no habría nadie que al cabo, después de examinarlas y registrarlas todas, no eligiera las de su patria y nación. Tanta es la fuerza de la preocupación nacional, y tan creídos están los hombres que no hay educación, ni disciplina, ni ley, ni modo, como la de su patria” (Heródoto, 1989; 257)
“¿No sabes, Otanes, que la intrepidez hace ver ejecutadas muchas cosas antes que la razón las mire como posibles” (Heródoto, 1989; 278)
“Mentiré sin duda diciéndolo; pero bueno es mentir si merece la pena, pues a mi parecer el que miente y el que dice la verdad van entrambos al mismo fin de atender a su provecho.
Miente uno porque con el engaño espera adelantar en sus negocios; dice la verdad el otro para conseguir algo, alabando mejor a los demás para que le fien mejor sus intereses. En suma, con la verdad y la mentira procuran todos su utilidad; de suerte que creo que si nada se interesa en ella la gente, todo este aparato de palabras se lo llevaría el aire, y tan falso fuera el hombre más veraz, como veraz el más falso de universo” (Heródoto, 1989; 278)
“¿Cómo cabe en realidad que la monarquía, a cuyo capricho es dado hacer impunemente cuanto se le antoje, pueda ser un gobierno justo y arreglado?” (Heródoto, 1989; 283)
“Y de palabra en palabra, como tantas veces ocurre, vino la conversación a degenerar en pendencia” (Heródoto, 1989, 302)
“Amigos: ¿Había entre vosotros quien quiera encargarse de una empresa de la coronó, que pide maña o ingenio, y no ejercito ni fuerza? Bien sabéis que adonde llega la prudencia de la política no es menester mano armada?” (Heródoto, 1989: 306)
“No hay bien alguno que pueda compararse con la dicha de lograr por amigo y apasionado a un hombre sabio y discreto” (Heródoto, 1989; 422)
“Menester es hacer prueba de todo, sí todo queremos conseguirlo” (Heródoto, 1986; 554)
“Al contemplar mi armada me ha sobrecogido un afecto de compasión, doliéndome de lo breve que es la vida de los mortales, y pensando que de tanta muchedumbre de gente ni uno sólo quedará al cabo de cien años” (Heródoto, 1986; 575)
“Con grandes peligros se acaban las grandes empresas” (Heródoto, 1986; 575)