Facundo – Domingo Faustino Sarmiento

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“¡Sombra terrible de facundo, voy a evocarte, para que, sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secretas y las convicciones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo! Tu posees el secreto ¡Revélanoslo! Diez años aún después de tu trágica muerte, el hombre de las ciudades y el gaucho de los llanos argentinos, al tomar diversos senderos en el desierto decían: “¡No, no ha muerto! ¡Vive aún! ¡Él vendrá!”
¡Cierto! Facundo no ha muerto; está vivo en las tradiciones populares, en la política y revoluciones argentinas.”

Capítulo 12.

164

“(…) El General Lamadrid no era el más adecuado para dominar el espíritu de los jefes subalternos. El ejército se presentaba a la batalla medio federalizado, medio montonerizado, mientras que el de Facundo traía esa unidad que dan terror y obediencia a un caudillo que no es causa, sino persona, y que por lo tanto, aleja el libre albedrío y ahoga toda individualidad”

171

“Quiroga, el camión de la causa que han jurado los pueblos, como se estila decir por allá, era bárbaro, avaro, híbrido, y se entregaba a sus pasiones sin esbozo: su sucesor no, saquea los pueblos, es verdad; no ultraja el pudor de las mujeres; no tiene más que una pasión, una necesidad: la sed de sangre humana y la del despotismo. En cambio sabe usar las palabras de la forma que satisfacen las exigencias de los indiferentes”

Capítulo 15

233

“Los errores pasados son otras tantas lecciones para lo venidero”

239
“(…) Porque el saber es riqueza, y un pueblo que vegeta en la ignorancia es pobre y bárbaro”

242
“Por otra parte, es desconocer la naturaleza humana creer que los pueblos se vuelven criminales, y que los hombres extraviados que asesinan, cuando hay un tirano que los impulse a ello, son en el fondo, malvados. Todo depende de las preocupaciones que dominan en ciertos momentos, y el hombre que hoy se ceba en sangre por fanatismo era ayer devoto inocente, y será mañana un buen ciudadano, desde que desaparezca la excitación que lo indujo al crimen

Apéndice

249

“La fortuna es inconstante”

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