Elegía
MI PERRO era negro y blanco,
la noche en él con el día,
y adentro de su mirada
vivió siempre la alegría
¡Qué lana rebelde y suave,
qué hocico leve y certero,
y aunque chiquito, valiente
y si valiente, ligero!
Cuando más contento estaba
su cola era un remolino.
Los perros la cola mecen:
¡la vieras tú echa un molino!
Por el trillo del jardín
corrió feroz una tarde
¡y en brazos volvió, tan gacha
la oreja como su alarde!
Le tiraban de la cola
los niños con él jugando.
Su paciencia era un reproche
como quién dice ¡hasta cuando!
Tobi se llamó mi perro
Si me preguntás por qué,
te digo “Pues por lo mismo
que tú Pablo, Juan, José”
¡Buen amigo, camarada!
Se me murió un mediodía.
Sin embargo, ¿no es extraño?,
Me acompaña todavía.