Enseñar a redactar no es como aprender a redactar. Enseñar ya nos ubica en otro lugar, que esperemos sea el de aventurero que le muestra a otra persona las magníficas prosas de los grandes redactores del mundo, sin importar si fueron poetas, prosistas, periodistas, escritores de discursos o “grafiteros”. Enseñar es otra cosa.
Camilli trata de desentrañar el álgebra para enseñar a redactar, no sólo las técnicas conocidas, sino a través de la pasión por la redacción y por el gusto estético. En última instancia, lo que intenta es enseñar las elaboraciones complejas de las letras y de las almas.
Leerlo y convertirse un evangelizador de la redacción, tal vez no esté de más.