efímera pasión convoca sus labios.
Revuelve mis entrañas.
Habla de mis destinos y de mis caminos.
“¡Alto!” pienso,
me silencio y digo:
¿Qué has logrado tú, indignante de mi destino?
Sus labios se apagan, los míos se apartan.
Tomo mi asiento.
Parto nuevamente por otros caminos.