Acaudalada su voz de alegría
O esquinada en su remanso una madre
Nos forja a veces en sus sabidurías
Otra en sus desventuras.
No sabemos si es aurora o declive.
Si fue un lago o un océano.
Sólo la sabemos vertiente.
Del sello de nuestro nacimiento.
De ella vamos al comienzo,
A las aventuras de la algarabía:
A la alegría de la vida.
¡Salmos siempre al acecho!
De su parte si cosechamos nuestros sueños.