Las tiranías se encuentran en muchos ámbitos del quehacer humano. Grandes músicos olvidados, ajedrecistas geniales que no llegaron a coronarse, futbolistas descollantes que no obtuvieron la copa del mundo, y por supuesto, literatos relegados, o por lo menos desconocidos para aquellos que no son de su propia nacionalidad.
Esto fue lo primero que pensé cuando me adentraba en la antología poética de Jorge Carrera Andrade. Lírico ecuatoriano que era desconocido por mí. Un viaje al ecuador y un librero amistoso me dieron la posibilidad de redención.
En esta antología podemos encontrar los poemas más significativos al ojo del editor que trabajaba para la Editorial Libresa. En él destacó casi su totalidad de los poemas que tratan sobre la naturaleza, especialmente realizando como uso técnico la metáfora.
Por ejemplo en Estaciones, podemos ver la potencia metafórica del poeta:
Los árboles agujereados del cielo
No son sino colmenas de alvéolos vacíos.
El sol bruñe su lingote de oro
El sol ha devorado la mitad del día
Y la lluvia, paz líquida, desciende
Llega la verde costurera de los árboles.
El río propaga sus rumores falsos
Hasta instaurar la moda anual de las uvas.
Se llena el cielo de guantes amarillos.
La liebre del miedo roza los matorrales.
El agua se enturbia de glaciares pensamientos
Y la cera silenciosa de la nieve
Ayuda a bien morir el paisaje.
Y su reivindicación de lo amazónico. Porque, aunque hay referencia para los hombres de las urbes. Para él las ciudades no dejan de ser “Red de piedra”
La naturaleza a través de la metáfora, ¿Quién no podría ser más digno de elaborar estos versos sino un habitante del jardín del mundo, un habitante del mismísimo Ecuador?
De las escuelas a la vida, en muchos de sus poemas encontraremos la naturaleza pintadas con el poder de la palabra.
